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… en los que, entre otras creaciones, se han ideado mecanismos de pagos con el móvil, app para localizar accidentes e investigaciones a nivel local con efecto global.

¿Cuáles serán las sociedades más punteras en un futuro cercano?
Numerosos estudios indican que entre los elementos que caracterizan la vitalidad de un país o región está la juventud de su población, la capacidad de innovar desde una perspectiva sostenible y el desarrollar una cultura en la que la experimentación y la vanguardia beben de las tradiciones propias.

Unas características que actualmente cumplen muchas sociedades que desde un análisis basado únicamente en su PIB se consideran empobrecidas.

De hecho hay un término que en materia de innovación cada vez se emplea con más frecuencia, que es el “leap-frog” o “salto de la rana” que denomina aquellos progresos tecnológicos o sociales disruptivos que realiza una comunidad al no disponer de ciertas tecnologías maduras.

Un ejemplo: en el sudeste asiático se están desarrollando muy rápidamente los micropagos entre particulares utilizando el móvil, ya que ni el teléfono fijo, ni las tarjetas de crédito, ni los cajeros automáticos habían llegado a muchas áreas. Además, este tipo de transacciones en pequeños comercios o para servicios persona a persona se basan en las tradicionales redes de confianza entre vecinas y vecinos, que se han trasladado a una nueva tecnología.

Otra buena práctica del uso de la tecnología con fines sociales es la que plantean las estudiantes senegalesas Ndimby Diop y Edith Dibor Faye que han desarrollado una aplicación móvil que ubica los accidentes de tráfico y facilita esa información a los equipos médicos y de rescate. O la del nigeriano Justus Nwaoga que ha desarrollado placas solares a partir de los compuestos de malas hierbas locales.

Además, hoy en día se están multiplicando los “fablab” o laboratorios de creación donde las personas comparten ideas y recursos en ciudades tan diferentes como Dakar, Nairobi o Antananarivo, mostrando que hay un fuerte movimiento innovador que se extiende por toda África, partiendo de las características locales.

Así los portales de noticias del nigeriano de Emeka Okafor sobre innovación Timbuktu Chronicles y Emergent Africa se han convertido en auténticos referentes a nivel mundial y son seguidos por cientos de miles de personas.

De hecho la ciencia, orientada a las necesidades reales de las comunidades, está siendo un motor de desarrollo sostenible en este continente cuyos conocimientos se están trasladando a los países del Norte.

Así el Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias ha recibido financiación del Gobierno de Senegal y realiza intercambios con alumnado y profesorado de la Universidad de Cabo Verde, entre otros programas.

La creciente preocupación por la posible extensión de enfermedades de países tropicales debido al calentamiento global hace que cada vez más miradas se centren en buscar nuevas soluciones que se están aplicando a nivel local, desde una perspectiva de red y de co-aprendizaje.

De hecho el propio concepto de innovación entendida desde una perspectiva social, que tenga en cuenta el entorno, entronca con el concepto del Buen Vivir, una filosofía de las culturas indígenas de América Latina y Centroamérica que busca el bien común para las personas basándose “en la solidaridad y la igualdad a través del esfuerzo colectivo y el cuidado de la naturaleza, a la que se respeta como igual”.

Primera nación en la que la naturaleza es sujeto de derechos
Ecuador, bajo el prisma del Buen Vivir, ha sido la primera nación del mundo en reconocer a la naturaleza como sujeto de derechos. Esto ha supuesto buscar soluciones para reducir su dependencia económica de la extracción de recursos naturales no renovables, que genera fuertes desigualdades entre la población, que sufren especialmente los pueblos originarios.

Su capital Quito destaca por sus pioneras medidas de reducción de la “huella de carbono”, lo que además de mejorar la calidad medioambiental de la ciudad ha servido para estimular una industria más eficiente y limpia, mejorar el transporte, el acceso a la vivienda y la gestión de residuos.

De esta forma la innovación tecnológica y social es un acelerador del cambio, pero un cambio hacia formas más sostenibles de desarrollo.

Por eso desde la ONGD Madre Coraje, a través de la exposición Espejos del mundo con mirada global, plantean los retos que supone la información sobre cuestiones sensibles como la salud, medio ambiente, emergencias y catástrofes, movimientos migratorios, género, educación, entre otras, desde una perspectiva que rompa estereotipos, evite la generación de rumores y contemple la mirada al Sur.

Además, la exposición supone un reconocimiento a la imprescindible labor que realizan las y los profesionales de los medios de comunicación, y su responsabilidad con la sociedad.