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… desplazadas forzosas según ACNUR. La humanidad se ha desplazado a lo largo de toda su historia y es precisamente su capacidad de movimiento, de intercambio de conocimientos, de mestizaje y de creación de sociedades multiculturales lo que forma parte de su capacidad de resiliencia. Mujeres y hombres siempre han buscado nuevos espacios donde vivir, trabajar y compartir sus experiencias y saberes.

Actualmente el flujo global anual es de cerca de 15 millones de personas migrantes y la mayoría pertenece a cuatro categorías: laboral, 6 millones; estudiantil, 4 millones; familiar, 2 millones y refugiadas/asiladas, 3 millones.

Un informe conjunto de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización del Trabajo (OIT), apunta que las personas migrantes tienen un impacto positivo, vía impuestos, que contribuye a mejorar los servicios públicos. Las principales diferencias de calidad de estos servicios entre unos países y otros se deben, no al número de migrantes, sino al apoyo y al nivel de inversión que los diferentes gobiernos destinan a políticas públicas y sociales.

La migración no solo repercute positivamente en los países del Norte. Así la contribución estimada de los inmigrantes al PIB es del 19% en Costa de Marfil, con un promedio del 7% en países tradicionalmente considerados como empobrecidos. En España, con una proporción menor de migrantes por habitante, esa cifra ronda el 0,55% del PIB.

Pero, muchos estudios concluyen que en sociedades como las del Norte que sufren envejecimiento son imprescindibles para evitar la pérdida de población, reconstruir estructuras sociales y comunitarias y aportar nuevas soluciones e ideas.

Por poner solo un ejemplo, en Estados Unidos más de la mitad de nuevas patentes proceden de migrantes, cuando constituyen menos del 15% de la población. Este país ha sido receptor de casi el 20% del total del flujo migratorio mundial en los últimos 25 años y actualmente se encuentra en mínimos históricos en cuanto a desempleo.

España, Irlanda y Corea del Sur son ejemplos para la ONU de países de migrantes, en los que las remesas enviadas a sus familias por parte de las personas que emigraron fueron una contribución fundamental para que estas sociedades salieran de la pobreza.

Estas cifras sirven para desmontar rumores y “fake news” que hablan de “crisis de la migración” con un deterioro de la economía y los servicios públicos. Sin embargo, incluso las cifras son irrelevantes frente al elemento central del debate: la migración y el asilo como derechos humanos.

De ahí el avance que supone la inclusión de la cuestión migratoria y la movilidad humana en cuatro de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobados por las Naciones Unidas.

El derecho a ser persona refugiada
Los refugiados son personas que huyen de conflictos armados o de persecución y buscan la protección de otros países, según definición de ACNUR. Si un país niega la entrada de personas refugiadas incurre en responsabilidad internacional; éstos se encuentran amparados por el derecho internacional y no deben ser expulsados o devueltos a situaciones en las que su vida y libertad corran peligro.

El número de desplazamientos forzosos ha llegado a un nuevo récord mundial, alcanzando los 65,6 millones de personas consideradas desplazadas forzosas según ACNUR (datos 2016). Un promedio de 20 personas por minuto se vio obligadas a huir de sus hogares a causa del conflicto y la persecución. La mayoría de las personas desplazadas forzosamente buscan refugio dentro de las fronteras de su propio país (40,3 millones).

La llegada de refugiados a Europa provocada por la guerra de Siria ha generado un discurso populista que la califica como “crisis” y la ha convertido en el centro de los debates electorales, cuando hay que recordar que los países que más población refugiada acogen en el mundo son Turquía y Pakistán, con 2, 5 y 1,6 millones respectivamente, ambos con un PIB muy inferior a la media de la Unión Europea.

Así los países europeos han creado una política de cupos y se han centrado en las víctimas de ciertos que conflictos, cupos que ni siquiera se han cumplido de forma correcta. En paralelo han ido endureciendo las medidas de control de la emigración, sin analizar las causas de los conflictos y ni buscar soluciones que tengan en cuenta a las propias personas afectadas.

De ahí que sea necesario un cambio de perspectiva, pasar de la gestión burocrática y defensiva a una “acción humanitaria solidaria”, como explica Juan Hernández Zubizarreta, profesor de la UPV e investigador de OMAL. Esto supondría acoger, atender y acompañar a las personas refugiadas y migrantes para construir con ellas y ellos proyectos que sean en su esencia solidarios.

Por lo tanto, más allá de la clasificación de los seres humanos según su procedencia, significa creer en las personas, conocer sus historias y respetar sus decisiones, sin dejar de denunciar las causas que les han llevado a una situación de vulnerabilidad.

Quedan fuera, además, los desplazamiento forzados por conflictos olvidados, guerras informales por el acceso a recursos con los que compiten empresas del Norte, generados por la sobre-explotación de acuíferos y de reservas naturales; las personas procedentes de lugares donde la delincuencia organizada destruye comunidades enteras y donde la vida de las mujeres y niñas está sistemáticamente en peligro o los provocados por el empobrecimiento de grandes áreas debido al cambio climático…

Desde la ONGD Madre Coraje, a través de la exposición Espejos del Mundo con mirada global, plantean los retos que supone la información sobre cuestiones sensibles como la salud, medio ambiente, emergencias y catástrofes, movimientos migratorios, género, educación, entre otras, desde una perspectiva que rompa estereotipos, evite la generación de rumores y contemple la mirada al Sur.  Además, la exposición supone un reconocimiento a la imprescindible labor que realizan las y los profesionales de los medios de comunicación, y su responsabilidad con la sociedad.