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… por la igualdad, aunque sea desde páginas y perspectivas distintas. Las mujeres del Sur no están esperando a las del Norte para que les enseñen a salvarse.

Ruanda ha puesto en marcha una de las legislaciones más avanzadas del mundo en materia de igualdad, lo que le ha permitido alcanzar en 2017 la cuarta posición mundial en la eliminación de la brecha entre hombres y mujeres, por delante incluso de Canadá y Suecia.

Ruanda es además el primer país del mundo en número de mujeres en el Parlamento nacional, cuya proporción incluso supera a la masculina en el Congreso. En un país desgarrado por la guerra y el genocidio, la igualdad de género ha sido un auténtico camino para la paz, con las asociaciones de mujeres como las más activas de la sociedad civil y como auténticos motores de una economía más sostenible.

La visión de las mujeres también es imprescindible para lograr una urbanización más inclusiva y sostenible y que la planificación y la gestión de las ciudades sea más participativa, e integradora.

En todos los continentes, en la lucha contra el hambre también destacan las mujeres, que son quienes realizan las labores agrícolas en muchas sociedades o quienes llevan los productos a los mercados locales. Un ejemplo, el acceso seguro y equitativo a las tierras puede duplicar la productividad y los ingresos de las personas productoras de alimentos en pequeña escala, en particular de las mujeres y de las explotaciones familiares.

Otro elemento positivo: en Asia Meridional el riesgo que corren las niñas de contraer matrimonio en su infancia ha disminuido en más del 40% desde el año 2000. Esto supone mejoras en la educación y la salud del conjunto de la población que se traducen en una reducción de la pobreza.

Por lo tanto se está produciendo una transformación pero no a suficiente velocidad, cuando realmente es algo urgente: las mujeres son auténticas generadoras de cambio y su bienestar tiene un efecto multiplicador en sus comunidades.

Nombres propios
A Wangari Muta Maathai le llaman la mujer árbol, porque es la responsable de una formidable campaña de reforestación que ha permitido plantar más de 30 millones de árboles por toda Kenia, para evitar la erosión del suelo y mejorar la situación de las mujeres. Mientras que la peruana María Elena Moyano, apodada Madre Coraje, fue capaz de luchar para que las personas que habitaban en un precario asentamiento de migrantes en una ciudad, Villa El Salvador, lo convirtieran en un pueblo joven donde pudieran vivir con dignidad, antes de ser asesinada por Sendero Luminoso por su denuncia pacífica de la pobreza y las injusticias.

Son mujeres, cuyos logros en terrenos muy diferentes, merecen ser más reconocidos, como los de la india Vandana Shiva científica, filósofa y escritora, impulsora de la “democracia de la tierra”, un concepto político alternativo basado en la justicia social, la democracia descentralizada y la sostenibilidad ambiental o los de la defensora de los derechos humanos guatemalteca y premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, orgullosa de su identidad indígena Quiché-Maya. O los de la deportista etíope Derartu Tulu Gemechu, medalla de oro olímpica, por citar solo algunas…

Se trata de mujeres del Sur, muy lejos de los estereotipos que imperan sobre ellas en el Norte, donde se las tiende a mostrar como dependientes, sin poder, ni capacidad de influir y trabajar por sus comunidades.

De esta forma, en los medios de comunicación, las mujeres de países empobrecidos tienden a despersonalizarse, convertidas en meras imágenes icónicas del dolor, la opresión y la falta de derechos.

Integradas en el paisaje de la pobreza llegan a ser invisibles como personas. Olvidando que, si bien las mujeres son las que sufren con más fuerza las consecuencias de la pobreza y los conflictos, son las que están desarrollando las soluciones más prácticas, socialmente innovadoras y sostenibles.

La lucha por la igualdad es un movimiento universal, sin el que es imposible lograr el fin de las inequidades, eliminar la violencia, mejorar la salud y el acceso a la alimentación, fomentar otras formas de energía sostenible e incluso actuar para preservar la biodiversidad, el fondo marino o los ecosistemas terrestres.

De ahí la importancia de que reportajes, artículos, documentales, piezas y textos para redes sociales muestren esta realidad, y empleen un lenguaje y unas imágenes inclusivas y no sexistas, ya que el contenido publicado por los medios de comunicación tiene mucha influencia en el logro de la igualdad. Como apuntan desde la ONGD Madre Coraje, se trataría de potenciar “un periodismo de soluciones con perspectiva de género”.

Por eso desde la ONGD Madre Coraje, a través de la exposición Espejos del Mundo con mirada global, plantean los retos que supone la información sobre cuestiones sensibles como la salud, medio ambiente, emergencias y catástrofes, movimientos migratorios, género, educación, entre otras, desde una perspectiva que rompa estereotipos, evite la generación de rumores y contemple la mirada al Sur.

Además, la exposición supone un reconocimiento a la imprescindible labor que realizan las y los profesionales de los medios de comunicación, y su responsabilidad con la sociedad.