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… potenciador que transforma la vida de las personas y se traduce en bienestar de sus familias, comunidades y países. Se ha calculado que la inversión en formación es tres veces más importante para la economía de un país que la destinada a infraestructuras materiales.

España invierte en educación menos que la media de la OCDE, con un 2,8% del PIB en educación primaria, secundaria obligatoria y postobligatoria, frente a un 3,5%, según datos recogidos por la ONG Save the Children (2015). Además, los recortes en dicha inversión fueron sensiblemente superiores durante los años de crisis económica, llegando a una reducción del 12% entre 2010 y 2012, frente al 3% de la media europea.

A nivel mundial, todavía hay 131 millones de niñas y niños sin escuela, pero también muchos millones más en unos centros que no disponen de los medios y docentes mínimos para garantizar su educación. Esto se traduce en que a nivel global todavía una de cada seis personas no sabe leer o escribir.

Las niñas tienen más probabilidades de no asistir a la escuela que los niños; en muchas ocasiones porque su educación no se considera prioritaria y son las encargadas de tareas no remuneradas y muy exigentes en tiempo como es el abastecimiento de agua a sus hogares donde no existe este servicio.

Además, quienes viven en áreas rurales tienen dos veces más probabilidades de no escolarizarse que si habitan en zonas urbanas; así mismo las personas pertenecientes a minorías y poblaciones originarias tienen muchas más probabilidades de ser excluidas del sistema educativo o de no poder acceder a formación en sus lenguas maternas.

Entre los objetivos de Desarrollo Sostenible, aprobados por la ONU, está asegurar que, de aquí a 2030, alumnas y alumnos adquieran los conocimientos necesarios para promover un desarrollo sostenible. Esto solo se podrá lograr si la educación se basa en los derechos humanos, la igualdad de género, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la diversidad cultural, entre otros valores.

De ahí la importancia de que una educación accesible, inclusiva y de calidad esté en el centro del debate público, más allá de cuestiones partidista. Para lograrlo es fundamental la labor de los medios de comunicación como generadores de análisis y opinión, con una información que contribuya, además, a dignificar la profesión docente y que promueva la educación para la ciudadanía global y el desarrollo sostenible.

La educación es un derecho humano fundamental necesario para poder acceder a otros derechos humanos tanto sociales como culturales, económicos, civiles o políticos. De hecho los avances en el acceso a la educación, especialmente de las niñas, se ven reflejados en la mejora de la salud y la seguridad de la población.

Un acceso gratuito y equitativo a la educación de calidad es fundamental para eliminar el hambre, reducir la pobreza y la incidencia de enfermedades endémicas, luchar contra el matrimonio infantil o crear nuevos tipos de relaciones económicas, desde una perspectiva sostenible que ponga el centro en las personas y la naturaleza.

Derecho potenciador que transforma la vida
Invertir en formación es tres veces más importante para la economía de un país que la destinada a infraestructuras materiales: esta proporción todavía es mayor si se aplica una perspectiva de género, ya que al invertir en educación para las niñas se reducen las desigualdades, mejora el nivel de participación en colectivos y comunidades y se contribuye al bienestar y empoderamiento de su ciudadanía.

A nivel individual, las hijas e hijos de madres que han podido formarse tienen más posibilidades de estar sanas y sanos, tener una buena alimentación y de vivir más. Así las mujeres africanas que han recibido educación tienen entre tres y cinco veces más posibilidades de prevenir el contagio del VIH y de otras enfermedades.

La educación debe ser realmente inclusiva, sin dejar a nadie atrás, lo que implica valorar como positiva la diversidad y que esta se contemple en los planes de estudio, los contenidos y los métodos pedagógicos.

Además tiene que ser capaz de fomentar la actitud crítica, el compromiso, la autonomía, el diálogo y la participación del alumnado. En zonas de conflicto o post-conflicto, la educación entendida desde esos valores es una de las mejores herramientas para construir la paz.  Así la escuela se convierte en un espacio de protección para la infancia frente a la violencia, el trabajo y el matrimonio forzoso, la prostitución, su reclutamiento como niñas y niños soldado o el tráfico de menores.

Además, la escuela es un espacio de normalización de la vida, tras una guerra, catástrofe o desplazamiento forzoso, dotándoles de un entorno no sólo de aprendizaje, sino también de juego en el que recuperar una vida social adecuada con niñas y niños de su edad.

Por eso desde la ONGD Madre Coraje, a través de la exposición Espejos del Mundo con mirada global, plantean los retos que supone la información sobre cuestiones sensibles como la salud, medio ambiente, emergencias y catástrofes, movimientos migratorios, género, educación, entre otras, desde una perspectiva que rompa estereotipos, evite la generación de rumores y contemple la mirada al Sur.
Además, la exposición supone un reconocimiento a la imprescindible labor que realizan las y los profesionales de los medios de comunicación, y su responsabilidad con la sociedad.