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… la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y, por otro lado, 2,1 billones de personas en el mundo carecen de acceso al agua potable de manera segura (datos Unicef, 2017) y 4,5 billones de personas no disponen de saneamiento. Existe una crisis mundial de la que apenas se habla, la crisis hídrica.

Esta crisis no debe verse como algo únicamente propio de países empobrecidos. España, además de excederse en 87 litros por habitante y día, las pérdidas en las redes públicas de abastecimiento urbano por fugas, roturas y averías representan el 15,7% del total de agua que suministran, según cifras del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (en su informe de indicadores de 2016). Se calcula que para el año 2030 un 65% de la población a nivel nacional sufrirá las consecuencias de la escasez del agua (según datos de la Escuela de Organización Industrial).

Por lo tanto, la mejor gestión del agua y el garantizar el acceso a toda la población es uno de los grandes retos a los que se enfrenta nuestra sociedad, tanto a nivel local como internacional.

Cuatro de cada 10 personas en el mundo están afectados por la escasez de agua (Organización Mundial de la Salud). El control del agua potable está entre las causas de cada vez más conflictos, además de utilizarse como arma de guerra, causando más víctimas que los propios enfrentamientos armados.

Recolectar agua en África Subsahariana supone 40.000 millones de horas anuales de trabajo no remunerado, realizado en su mayor parte por mujeres y niñas

El agua es un bien cada vez más escaso, una situación que se está agravando debido a su sobreexplotación y mercantilización, al cambio climático y a la degradación medioambiental. Lograr una transformación en su gestión, desde un punto de vista sostenible que garantice su acceso como un derecho universal, es uno de los mayores retos a lo que se enfrenta la humanidad. De esta forma se podrá evitar que el control de este recurso, sin el que la vida no es posible, genere cada vez más conflictos, inseguridad alimentaria, deterioro de la salud y desigualdades. Amplias zonas del planeta tienen cada vez más dificultades para acceder al agua, debido al cambio climático: las zonas secas se están volviendo más áridas, mientras que la lluvia, muchas veces torrencial, se concentra en las tradicionalmente húmedas. 

Cómo el acceso al agua cambia la vida de las mujeres
A nivel mundial, las mujeres son las más afectadas por la falta de acceso de acceso al agua, ya que son ellas, desde muy jóvenes, quienes se encargan habitualmente de abastecer a la familia y el hogar, así como a los animales y cultivos domésticos.

El tiempo que tienen que destinar diariamente al acarreo de agua, que puede suponer largos recorridos a pie, incrementa el abandono escolar de las niñas y las expone a violencia y acoso en el trayecto. Según datos proporcionados en la última celebración de la Semana Mundial del Agua en Estocolmo, solo en África Subsahariana recolectar agua supone 40.000 millones de horas anuales de trabajo no remunerado. De ahí, la importancia de que las mujeres participen en el diseño de las medidas de gestión del agua. Un buen ejemplo, ha sido su incorporación a los Comités de Agua Potable y Saneamiento que están mejorando los sistemas de acceso al agua en las comunidades rurales de Nicaragua.

Objetivos y soluciones
Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), una agenda política universal para tomar medidas que pongan fin a la pobreza, protejan el planeta y posibiliten que todas las personas gocen de paz y prosperidad, está el “garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos”.  Su consecución contribuirá a avanzar en otros objetivos como la salud, educación, crecimiento económico y medio ambiente.

Porque la falta de agua conlleva también dificultades de higiene que multiplican el riesgo de contraer una enfermedad. Así, acciones tan sencillas como poder lavarse las manos han supuesto una reducción de las enfermedades infecciosas infantiles en Tanzania o las medidas tomadas en Camboya para que la población tuviera acceso a retretes, están suponiendo una enorme mejora en la vida diaria, especialmente de las mujeres. El disponer de saneamiento y de agua corriente facilita que las niñas acudan a clase y que las adolescentes no abandonen los estudios.

Todavía hay suficiente agua en el planeta. Pero es importante realizar un reparto adecuado, para que, según la Organización de Naciones Unidas, evitar que al menos “el 25% de la población mundial viva en un país afectado por escasez crónica y reiterada de agua dulce”.

Existen muchas medidas que se están tomando a nivel local que están demostrando su eficacia. Entre ellas el desarrollo de infraestructuras basadas en procesos naturales que mejoran el acceso y la calidad del agua y que incrementan el control por parte de las comunidades de este recurso.

Medidas como, por ejemplo, la conservación y creación de humedales o la reserva de tierras para reforestación con especies autóctonas, el desarrollo de pavimentos permeables en pueblos y áreas urbanas, la creación de zonas verdes y de viviendas bioclimáticas orientadas al aprovechamiento del agua, entre muchas otras.

También es fundamental una gestión pública, transparente y eficiente, que reconozca que el acceso al agua es un derecho humano fundamental. Todo en un contexto de reducción de emisiones y cambio de hábitos de consumo para paliar los efectos de la contaminación y el cambio climático.

Por eso desde la ONGD Madre Coraje, a través de la exposición Espejos del Mundo con mirada global, plantean los retos que supone la información sobre cuestiones sensibles como la salud, medio ambiente, emergencias y catástrofes, movimientos migratorios, género, educación, entre otras, desde una perspectiva que rompa estereotipos, evite la generación de rumores y contemple la mirada al Sur. Además, la exposición supone un reconocimiento a la imprescindible labor que realizan las y los profesionales de los medios de comunicación, y su responsabilidad con la sociedad.